MARK KNOPFLER
Una verdadera estatua de sal. Me juego el cuello a que más de una vez se ha quedado dormido encima del escenario. Esos compases de deje aletargado que arranca del mástil de su guitarra, y ese tono de voz, entre el coma terminal y la siesta mal acabada, son toda una invitación al sueño. Seguro que su mayor anhelo es que una grúa le transporte desde la cama del camerino al recuadro de 1 x 1 por el que transita sobre el escenario. En una exhibición de cinismo, envolvió su cabeza en las actuaciones con una especie de cinta de aeróbic preventiva para contener unas imaginarias gotas de sudor que jamás cubrirán su frente.
BOB DYLAN
El colmo de la usura sobre las tablas. La mezquindad de sus movimientos escénicos ya son leyenda. Sigo sin comprender cómo el cuerpo de un ser humano por el que han pasado todos y cada uno de los potentes mejunjes anfetamínicos que el hombre ha ideado no le ha llevado ni a coger unas simples maracas y marcarse un crusaito. Vale que no se le ve muy ducho en eso de marcar pasos de baile, pero si tenéis la suerte de asistir a alguna actuación de este aguafiestas profesional (yo he asistido a dos) comprobareis en seguida que lo suyo pasa de castaño a oscuro. Incluso creo que ni mueve los labios cuando toca la harmónica. ¡Menuda momia!
VAN MORRISON
El león “marino” de Belfast, además de no moverse, se caga en su público todo lo que puede y más. Antipático, desapacible, huraño y asperote como ningún otro. Con la de temazos que atesora en su repertorio como para descocarse cuál vedette internacional. En cambio él prefiere vestirse como el abogado Javier Saavedra y salir al escenario jodido, porque se nota que le jode la gente que, según él, no tenemos ni puta idea y que no merecemos escuchar la maravillosa música que crea. Pues desde aquí te digo: ¡qué te den por el culo!
LOU REED
El alma de la fiesta. El contrito Lou se peta a todos sus compañeros de lista y batallando con denuedo y arrojo se atreve a mover una de sus piernas (no recuerdo ahora cuál de ellas) a la vez que raspea su guitarra. ¡Torero! ¡Sabrosón! ¡Tío bueno!, gritan las masas enfervorecidas. ¡Vive Dios! Un hombre que se ha pasado media vida rodeado de travelos y que baile tan mal.
Tengo dos dudas existenciales con este mostrenco: ¿por qué no mueve los pies? Me resulta alucinante que este “cuñao” sea todo un torbellino de hiperactividad en la parte superior de su cuerpo mientras que de tronco para abajo muestra el mismo dinamismo que un tentetieso. La segunda de mis vacilaciones es más fácil de responder: ¿Es en realidad Joe Cocker un vagabundo al que, de vez en cuando, las discográficas rescatan del pozo de inmundicia y periódicos viejos sobre los que habitualmente pernocta, para que participe en un dueto cuando se quedan sin cantante titular?
SI OBSERVAS LA FOTO DE LOU REED, VERÁS QUE TE INVITA A BAILAR CON ÉL "EL ROBOCOP"
3 comentarios:
Lo del señor Zimmerman tiene fácil explicación. Yo también tuve ocasión de asistir a dos recitales de este judeo-católico-musulmán-masónico, y en uno de ellos tuve la ocasión de situarme en primera fila y comprobar por mí mismo como antes de salir a escena nuestro héroe, un tipo con pinta de rapero colocaba un palo acabado en una tabla en el lugar del escenario que después ocuparía el amigo Bob. Un muy interesante y cómodo sistema para que el gran artista no cayera de espaldas en mitad del concierto ante la fragilidad de sus asquerosas y esqueléticas piernas.
¿Lo de Dylan es en serio? De Lou Reed me lo creería, vía rectal, pero Dylan...¡ha perdido toda la dignidad!
eeeeeeeh, que el señor Joe Cocker muevo los brazos mogollón, como los muñecos del montero, que sentaditos si, pero eran agitados sin piedad y zarandeados por alguien que les metía la mano por el culo, qué valor!!
y mi amado Mark, ídolo de adolescencia, a que no puedes colocar los dedos en el mástil de la guitarra como él?? eso sí, para ser Sultan del Swing, tienen pocos espasmos...
Bod Dylan es que es así, seco seco, ni como actor parece que tenga mucha vida...
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