martes, 5 de febrero de 2008

LA SOLEDAD


No sé si se os ha cruzado la misma idea que a mí cuando me enteré del título que había ganado el Goya a la mejor película. ESTANCAMIENTO. No encuentro una palabra mejor para definir la decisión de la academia el año en el que el cine español se suponía que había aprendido la lección, en el que parecía que el socavón abierto en la industria por películas de género realizadas en suelo patrio con suculentos resultados en taquilla era la señal definitiva para apostar de una vez por todas por el cine de género como base de una industria. El año en el que casi todas la propuestas que han tomado ese camino han sido, casi de forma inmediata, absorbidas por la maquinaria de Hollywood para generar los inevitables remakes que suele llevar a cabo los yankies cuando entienden que algo funciona, que se ha hecho bien y que puede obtener una respuesta de público más que destacable. Pues bien, el año en el que “El Orfanato”, “REC”, “Bosque en sombras”, “Los Cronocrímenes” y demás propuestas se han hinchado a ganar premios, a situarse en la primera línea de fuego en los festivales especializados de cine fantástico de medio mundo; nuestros académicos han decidido premiar una película que tan sólo han visto 40.000 espectadores. Se puede argumentar que los premios Goya no se conceden para retribuir o compensar los réditos en taquilla de una película, sino los resultados artísticos de la misma. Ante eso yo quiero decir directamente que me la CHUPEN. Que estoy harto de cineastas que paren obras para que las vean 40.000 espectadores y que, precisamente, de lo que sí estamos huérfanos dentro del cine español es de ofertas de género dignas cómo las que se han visto este año.
Tengo que advertir que no soy fan de ninguna de las obras que menciono como antítesis de películas cómo “La Soledad”, pero entre un hombre que intenta entretenerme aunque sea de forma fallida y un tipo como Jaime Rosales que es capaz de decir esto sobre lo que entiende que tiene que ser un film, ya me dirán ustedes.

ENTREVISTA CON JAIME ROSALES:

En la película hay algunos tiempos muertos en los que no pasa nada a nivel narrativo pero que sin duda son importantes para el tema de la película: "La soledad" ¿Estuviste tentado a relajarlos o reducir su duración para que el espectador puediera digerir mejor tu película o no piensas en el espectador a la hora de filmar o montar?

"En una película nunca pasa nada; una película es por sí misma un material muerto. Donde pasan las cosas es en la cabeza y el corazón del espectador. Para mí un momento de una película en el que no pasa nada quiere decir que nada pasa por mi cabeza ni por mi corazón. Eso ocurre cuando la película es tan pobre que es incapaz de generar el más mínimo estímulo. Sin embargo, muchas películas lentas son tremendamente estimulantes, pues precisamente, esa lentitud aparente permite que el espectador se tome su tiempo para reflexionar dentro del plano sobre lo que ha visto y sobre lo que está viendo. Por eso, porque como espectador disfruto de esos tiempos aparentemente muertos, los mantengo en mis películas; para dejar que el espectador rellene los huecos que le son propios. En cuanto a si estuve tentado a aumentar o reducir la duración, la respuesta es sí a ambas cosas. De hecho cuando pienso en el montaje de la película todavía hoy, a menudo me viene la sensación de que está demasiado larga o que está demasiado corta. Es muy difícil dar con el montaje y la duración idónea. ¿Es, acaso, posible?"

Mira Rosales. Uno: sí es posible dar con el montaje y la duración idónea. Muchos otros lo hacen. De hecho, hay especialistas. Se llaman montadores. También ha existido gente como Irving Thalberg, o Darryl F. Zanuck que eran capaces de supervisar el montaje y duración de más de cincuenta películas al año, pero claro ellos eran productores sin alma creativa, no cómo tú.
Dos: ¡Qué coño significa eso de dejar pensar al espectador! ¡Somos gilipollas acaso! ¿Esa chorrada tiene que ver algo con la democratización de la mirada y la utilización del plano secuencia, el modo de representación institucional y demás estafas por el estilo? El espectador necesita que pasen cosas en la pantalla, sin más. A ser posible cosas que entienda y personajes y situaciones que le despierten el interés. De lo contrario pasa lo que pasa. Que no va nadie al cine a que decidan por él cuando es necesario que tenga que pensar, cuando debe detenerse la narración, y no pasar absolutamente nada en la pantalla, porque uno debe reflexionar.

LA IMAGEN CORRESPONDE A UN ESPECTADOR DE "LA SOLEDAD" EN UN CINE DE VERANO EN LA COSTA DEL SOL, APROVECHANDO UNA DE LAS PAUSAS DE ROSALES PARA REFLEXIONAR SOBRE EL FILM.

1 comentario:

Maria dijo...

Pero qué tío más bobo!

Qué pedante.

Lo que más me gusta de esta entrada y lo más demoledor son las etiquetas.

Simón, éste es tu medio.